Archivo diario: 27 octubre 2010

OBJECIONES DE CONCIENCIA

La objeción de conciencia nació como respuesta a aquellas acciones que nos obligaban a realizar en contra de nuestra «voluntad» o nuestra «ética»; inicialmente vinculada a la «mili obligatoria» se ha extendido como una plaga transformándose en  una disculpa perfecta para no ejercer nuestra obligación e incluso convertirnos en censores de la opinión diferente.

Comenzaron los médicos a negarse a practicar abortos terapéuticos, cuando el aborto es una práctica médica, y llegan ahora las imprentas que «secuestran» aquellos trabajos que les disgustan.

Me refiero, en concreto, a la Imprenta Jiménez Godoy de Murcia que firma un contrato para la publicación de la revista gallega Retranca y, cuando el contenido de esta «es contrario a sus convicciones morales», entonces se cree con derecho a secuestrarla; cosa que  en España solo puede hacer un juez.

Recordarles a los propietarios de la imprenta que la figura de «EL CENSOR»  murió con Franco.

De camuflaje para quemar libertades...

En breve las farmacias no dispensarán analgésicos porque las convicciones morales del/a farmacéutica consideran que el dolor fortalece el alma o , en un hospital público, un/a médic@ testigo de Jehová se negará a realizar transfusiones y trasplantes … va a  resultar un «sinvivir», tendremos que negociar todas nuestras decisiones que precisen la colaboración de otro: si a la fontanera que viene a remodelar el baño no le parece oportuno ponernos una bañera, ejercerá su derecho de objetora y nos dejará una ducha;  si el panadero cree que tenemos sobrepeso nos obligará a comer pan integral, porque su «conciencia» le impide contribuir a nuestra mala salud y así hasta el infinito.

Lo que deben empezar a plantearse, est@s represores/as, es en elegir una profesión que «sus convicciones morales» le permitan ejercer: la jardinería, la marquetería, fontanería o la cunicultura por ejemplo, donde ningun@ de ell@s podrá tomar decisión alguna por otr@.

El absurdo de la imposición de las creencias propias está sustituyendo lo que antes era una herramienta de libertad.

Mi solidaridad con la revista Retranca.