Siempre he admirado a Alfonso Guerra, esto no evita que reconozca una metedura de pata bastante incomprensible y, porque no decirlo, muy irritante.
Los comportamientos condescendientes y paternalistas son terriblemente ofensivos, es poner en duda la capacidad de raciocinio de cualquiera, y en el lenguaje el uso del “señorita” en determinadas circunstancias (camufladas de buena educación) son una verdadera falta de respeto. Y no voy a entrar en la norma establecida del “Don/Doña” con el nombre y “Sr/Sra” con el apellido.
No haré una montaña de un hecho significativo y demasiado frecuente para mi gusto en general, pero le sugiero al Alfonso Guerra y a todos los demás, que en las mismas circunstancias, usen el mismo tratamiento , así que el Señorito Gómez y la Señorita Jiménez o Don Tomás y Doña Trinidad.
Entiendo que la Ministra Aído haya comentado la frase de Guerra, porque no es de recibo que en los tiempos que corren, una política sea señorita con diminutivo y un político un señor.
Alguien me dirá que es una cuestión de estado civil y yo digo que el estado civil , como otras muchas cosas, se usa contra las mujeres como una variable más, que resta o suma valor a la persona de la que hablamos; como si ser mujer de peso implique directamente la tutoría de un marido y en caso contrario entonces empezamos ya con las solterías sospechosas, las marimachos despreciadas y las “señoritas ” con retintín.
Señorito Fonsito , “un poquito de por favor”…